Aunque no existe un acuerdo sobre si se trata de un alga unicelular o de una bacteria, en lo que todo el mundo coincide es que es un alimento con un altísimo contenido nutritivo, que ofrece proteínas más digeribles que las de la carne de vacuno y contiene una gran variedad de elementos nutritivos, entre los que se encuentran vitaminas, macrominerales, minerales, ácidos grasos esenciales, proteínas, ácidos nucleicos (ADN y ARN), clorofila, y una amplia gama de fitoquímicos.
Visto así, no es de extrañar que la ONU recomiende el «empleo de microalgas como la spirulina contra la malnutrición aguda en situaciones de emergencia humanitaria, de malnutriciones de índole crónico, y para el desarrollo sostenible».
Y con tan buenas referencias, la espirulina no ha tardado en hacerse un hueco entre las celebrities de Hollywood más comprometidas con una vida sana, como Gwyneth Paltrow, Miranda Kerr y Oprah Winfrey, entre muchas otras. Y con todo esto, muchas personas «de a pie» van introduciéndola poco a poco en su dieta.
Entre las propiedades que se le atribuyen se encuentran la posibilidad de incrementar la masa muscular gracias a su alto contenido en proteínas, el aporte energético que proporciona para periodos de intensa actividad mental o física, su capacidad de reforzar el sistema inmunológico, proteger la piel frente a la actividad del sol y su capacidad para desintoxicar el organismo.
Si después de leer todo esto te preguntas cómo introducir en tu dieta esta especie de panacea, calificada como el alimento del milenio por la UNESCO, existen dos formas principales de hacerlo: en polvo (como en la imagen principal de esta noticia) y en comprimidos. Ambos se pueden adquirir en herbolarios.
En forma de polvo hace posible añadirla en casi cualquier receta: batidos, smoothies (ya os contamos que están de moda los smoothies verdes!), ensaladas, etc.